Apostar al futuro
Susana Jiménez Schuster Economista
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Susana Jiménez
Nadie imaginaba años atrás que comprar un carro lleno de alimentos en el supermercado podría tomar solo unos minutos sin salir de la casa. Menos aún era esperable que en menos de ocho años apareciera un banco 100% digital en Brasil, que ya es el 4 ° más grande en dicho país y con una valorización estimada superior a la de Itaú o Bradesco.
El potencial e impacto de la tecnología se refleja en que las seis empresas más grandes que transan en la bolsa americana son "nuevas", es decir, tienen en general menos de 20 años de existencia. Por medio de la tecnología se ha podido irrumpir en mercados masivos y desafiar negocios existentes con estructuras de costos muy inferiores a las de las empresas tradicionales, con la consecuente baja en precios y tiempo de entrega de los servicios y productos.
En Chile también se respira un creciente ambiente emprendedor asociado a innovaciones tecnológicas, con algunos casos muy exitosos como Cornershop, NotCo, Betterfly y Buk. Sin embargo, mientras que en el SP500 la categoría de empresas tecnológicas pesa 28%, acá no alcanza el 1%. ¿Qué se puede hacer para impulsar la creación de más nuevos negocios en nuestro país?
La velocidad de los cambios que observamos obliga a ser proactivos ya realizar todos los esfuerzos necesarios en esta dirección. Para ello se requiere eliminar trabas existentes, como regulaciones laborales que no son adecuadas para plataformas digitales, normativas financieras que restringen las operaciones virtuales y barreras de entrada que coartan la competencia, como en los servicios notariales.
Al mismo tiempo, se requiere fortalecer el acceso, conocimiento, difusión y financiamiento con una política pública orientada específicamente a alentar el desarrollo de innovaciones tecnológicas. Es evidente que, sin acceso a internet, no hay posibilidad de participar en el mundo de la innovación tecnológica. Para sacarle buen provecho, se requiere además reforzar la formación y conocimiento digital, algo que ni siquiera las escuelas de ingeniería están priorizando con la velocidad requerida. Por su parte, una política pública de innovación tiene un rol en la difusión de emprendimientos digitales, los cuales suelen ser desconocidos para la mayoría, lo que limita su capacidad de escalamiento.
Por último, pero no menos importante, está el tema del financiamiento. Es bien sabido que el desarrollo del mercado de capitales es vital para que los emprendimientos tengan el apoyo mínimo necesario para desarrollarse. Lo que hemos vivido en el mercado de capitales chileno producto de los retiros de los fondos de pensiones no ayuda a este propósito.
Sin embargo, ha habido algunos avances interesantes. Hasta finales de 2020, Start-Up Chile ha apoyado 2.283 empresas a través de sus distintos programas. El capital levantado (público y privado) por las empresas apoyadas por Start-Up Chile al 2021 alcanza 2,05 mil millones de dólares. Cabe celebrar también la reciente creación de ScaleX, alianza entre Corfo y la Bolsa de Comercio de Santiago, donde los emprendedores podrán tener mayor acceso a financiamiento.
Lo cierto, sin embargo, es que se necesita aún más para desarrollar un ecosistema profundo de emprendimiento e inversión a nivel nacional, en el cual debieran activarse académicos, científicos y el mundo empresarial y financiero.
Los nuevos negocios, basados en innovaciones tecnológicas, están desafiando a las empresas tradicionales en todo el mundo. Si no nos enfocamos en participar de estas nuevas tendencias, nuestra cartera de empresas puede quedar rápidamente obsoleta, en directo perjuicio de una mayor creación de valor y un mayor bienestar de las personas.